El inspector a paso cansino recorrió el pasillo que lleva al archivo del tribunal. Bajo su brazo izquierdo descansa el expediente del crimen que horrorizó al juez, frustró al fiscal y que desconcertó al jurado.
Se acercó al mostrador, dejó las abultadas fojas y con el golpear de sus palmas llamó al empleado. Pilas de otros expedientes aparecían a sus ojos.
Un hombre gris salió de una puerta lateral, sin saludar tomó la carpeta y la llevó a otra mesa para ir a parar a la cima de otra montaña de papeles.
Caso cerrado, sin culpable.
El inspector giró sobre sus talones y respiró aliviado, para alejarse impune y libre de sospechas.
Se acercó al mostrador, dejó las abultadas fojas y con el golpear de sus palmas llamó al empleado. Pilas de otros expedientes aparecían a sus ojos.
Un hombre gris salió de una puerta lateral, sin saludar tomó la carpeta y la llevó a otra mesa para ir a parar a la cima de otra montaña de papeles.
Caso cerrado, sin culpable.
El inspector giró sobre sus talones y respiró aliviado, para alejarse impune y libre de sospechas.
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