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Mostrando entradas de julio, 2013

El Cementerio de Praga

Hace una semana terminé esta magnífica novela de Humberto Eco y la verdad quedé enamorado, por su trama magistralmente tejida donde personajes históricos y ficticios se juntan en  una obra que desnuda las matrices de poder y de intereses desde mediados de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Quiero resaltar dos aspectos que me parecieron importantes. El primero trata sobre personajes que tienen que inventar discursos que puedan suscitar determinados estados de ánimo en la sociedad y generar con ellos sensasiones de verdad, que no son más que excusas para hacer con la voluntad popular lo que se quiera. El segundo aspecto que me impresionó que para que haya esa estructura debe haber una masa crítica de individuos dispuestos a crear un engranaje gigante con miles de intereses en pugna que a veces se oponen y en otras ocasiones se alían ante un enemigo común. Me recordó el concepto de poder de Foucault

Titanes del Pacífico (Pacific Rim)

Esta película de Guillermo del Toro me atrapó desde el momento que vi la cola que aparece más arriba.  En si la película es un despliegue visual estupendo, sobre todo para quienes vimos en nuestra infancia allá por los ochenta millones de mangas animadas de distinta índole y calidad narrativa, pero solamente se queda en lo visual sin que haya una trama inteligente. Este último punto me decepcionó pues, quien haya seguido mínimamente el derrotero de este director sabe que sus historias pesan tanto como las ambientaciones que tanto se le celebran en sus films. Pero en este caso el enfásis quedó allí y la película está llena de cliches, escenas en las que las situaciones se pueden preveer y las acciones de los personajes caen en lugares comunes: líderes abnegados, subalternos dotados y expertos que con poco esfuerzo alcanzan la gloria, sacrificios de quienes dan su vida por sus compañeros (un concepto muy cristiano y rastreable en varios films hechos en yankilandia). Lo rescatab

El Viejo Espejo

Hoy me levanté temprano como siempre, y para mi sorpresa en el baño me descubrí frente al espejo una buena cantidad de arrugas. Cuando me recuperé del shock, pensé que algo estaba mal, pues las arrugas no salen de un día para otro. Quizás vi mal, y todavía con un pie en el mundo de los sueños, la mente me jugó una mala pasada. Seguí con mi rutina. A la noche antes de irme a dormir, de nuevo entré al baño y no sólo que las arrugas estaban allí, sino varias hebras blancas se empezaban a entretejer en mi raleada melena. Perplejo comencé a buscarle explicaciones. Y es cierto que ya tengo un buen tiempo en esta vida, pero me mantengo en forma, sigo teniendo ganas y la misma fuerza de siempre en todo lo que emprendo. Esto no puede ser que me esté pasando a mí si yo me siento bien. Pero comprendí que el tiempo es un recaudador de impuestos y que nos cobra a todos en el universo su cuota instántea de permanecer en la realidad. Con mucho dolor caí en cuenta y con una resignación atroz, de