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Mostrando entradas de febrero, 2012

La terrible sinceridad

Un lector le preguntó a Roberto Arlt de qué modo se debìa vivir para ser feliz. Él le respondió lo siguiente: No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y sobre el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra una pared. Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: -¿Soy sincero conmigo mismo? Roberto Arlt, Aguafuertes Porteñas, editorial Losada, Septiembre 2002, pág. 138

El Escapista

El pueblo reunido en la plaza, frente al templo, contempla el esfuerzo de un hombre por quitarse  las ligaduras que lo retienen. Cadenas, sogas, esposas y un par de grilletes son los oponentes de este infeliz que lucha por ser libre. La gente tiene enfocada su atención a sus movimientos y a las expresiones de su cara. Un leve rumor empieza a surgir desde la muchedumbre,  mientras unos a otros se miran y mueven la cabeza de un lado hacia otro. De la iglesia, sale el cura con sotana y un libro bajo el brazo,  meditabundo observa el espectáculo.  De pronto, llega un auto. Una mujer con un ramillete y vestido blanco desciende para colocarse al lado del que está maniatado. Con una sonrisa dulce en sus labios lo mira, mientras el cura se acerca para comenzar con el rito. En el pueblo las emociones son dispares. Hay quienes lloran, otros se emocionan, algunos incluso llegan a ponerse contentos, pero otros sufren una angustia pues un destino similar en breve les acontecerá. Entre sollozos y