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Otra vuelta más

En el hospital, se apagaron todas las luces y el silencio se hizo absoluto. Me llevó un buen rato darme cuenta que el tiempo ya no corría más para mí y que el monitor donde se marcaba el ritmo de mi corazón, se alisó en un ruido estridente.

Atrás quedaron seres queridos en llantos genuinos, otros sabiendo fingir muy bien. Me fui como vine, solo. Ahora la calma, el silencio y el transitar por un profundo túnel que emana una luz llena de paz. Ahí me dirijo mientras sopeso mis pasiones, el recuerdo de amigos y momentos únicos me supieron hacer feliz. También me llevo la amargura, algunos rencores inconfesables y alguna que otra frustración.

 Ahora me toca avanzar en esta ingravidez  y dejar envolverme por esa luz. De pronto, la calma se rompe. El resplandor me envuelve y grito desmesuradamente, para sentir dolor, presiones por todo el cuerpo y el calor en el rostro.

Sin fuerzas siento que el aire de nuevo me envuelve y voces a mi alrededor surgen sin poder ver de dónde vienen. ¿Dónde estarè? ¿Quién seré aquí?

-La felicito señora es un varón- dijo con voz grave el médico enfundado en un traje verde.

De a uno se borran mis recuerdos y empiezo la aventura nuevamente

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