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La Marioneta




Se despertó inusualmente con más energía y la luz del día llenó sus ojos con un color diferente. Los movimientos eran completamente suyos.  La caja de madera, será para más adelante, tiene un plan y el mundo entero anhela conocer.

Con inexplicable alegría recoge los harapos de hilos de sus muñecas y tobillos, se arregla su ropita  y se  alista hacia lo impredescindible.  Cerca de la puerta se sienten unos ruidos. Se detiene y deja su cuerpecito tieso, tiene experiencia en ello.

Voces de lamento llenaron la habitación. El titiritero yace en su lecho, inánime y líbido. Le espera una caja de madera. La pobre marioneta sintió congoja y entendió que incluso que aquellos que mueven los hilos no dejan de ser la marioneta de otros titiriteros.

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