Espero que puedas perdonarme…. Pero a pesar del tiempo y las diferencias que nos distancian, yo siento aún la misma pasión que te confesé aquella noche de verano. Y desde ese momento lo único que me importó fue tu amor, por eso me desentendí de las amenazas de tu padre. Hoy sólo puedo ser el aire que respiras y así estaré muy dentro tuyo siempre...
La enemistad entre ellos era inmemorial, por ello un duelo era un desenlace esperado. A la hora y lugar señalados, los padrinos y los contendientes estuvieron en posición. Dos disparos, un difunto y un vencedor fue el saldo. Un padrino del caído le entregó una carta del difunto al que quedó en pie. El vencedor tomó una nota cubierta de polvo, sopló sobre ella, y cuando se disipó la nube, leyó: “Por ahora te crees ganador, pero el polvo de esta misiva es venenoso, ponte en guardia, muy pronto seguiremos el duelo.”
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