- Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa.
Al final, detrás de un escritorio estaba un tipo que asignaba los dones.
- Y Ud. qué quiere?- le espetó aquel burócrata.
- Yo quiero ser feliz.-
- ¡Qué original! Eso depende de cada uno… el anterior quería dominar el mundo. A ver qué tiene y le daré en consecuencia.
Tiró unas cuantas monedas sobre el escritorio.
El burócrata le arrojó un pequeñísimo paquete y nació. Creció, tuvo una familia, ayudó y cuidó de otros. Pasaron los años, sin embargo no fue estadista, ni militar, tampoco un gran empresario, menos aún rico o poderoso; pero de muchísimos hombres fue el más humano y feliz.
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