¿Y cuándo será el incendio? ¿Qué se quemará? ¿Qué combustible usaré? ¿Parecerá un accidente o será mejor que parezca intencional? No parece, pero la vida de un piromaniaco es muy difícil. Muchos detalles que retener, preparar todo cuidadosamente para el incendio y luego de él, recortar diarios y guardar videos. Sin embargo lo más arduo es no poder contarles a mis colegas del departamento de bomberos de mi nuevo pasatiempo.
La enemistad entre ellos era inmemorial, por ello un duelo era un desenlace esperado. A la hora y lugar señalados, los padrinos y los contendientes estuvieron en posición. Dos disparos, un difunto y un vencedor fue el saldo. Un padrino del caído le entregó una carta del difunto al que quedó en pie. El vencedor tomó una nota cubierta de polvo, sopló sobre ella, y cuando se disipó la nube, leyó: “Por ahora te crees ganador, pero el polvo de esta misiva es venenoso, ponte en guardia, muy pronto seguiremos el duelo.”
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