Hannah Arendt en "Eichmann en Jerusalén" (24 de julio de 1963, carta a Gershom Scholem), en Una revisión de la historia judía y otros ensayos. Barcelona, Paidós, 2005, página 150.El mal no es nunca `radical´, sólo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensión demoníaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie. Es un `desafío al pensamiento´, como dije, porque el pensamiento trata de alcanzar una cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo en que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la `banalidad´. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical
La enemistad entre ellos era inmemorial, por ello un duelo era un desenlace esperado. A la hora y lugar señalados, los padrinos y los contendientes estuvieron en posición. Dos disparos, un difunto y un vencedor fue el saldo. Un padrino del caído le entregó una carta del difunto al que quedó en pie. El vencedor tomó una nota cubierta de polvo, sopló sobre ella, y cuando se disipó la nube, leyó: “Por ahora te crees ganador, pero el polvo de esta misiva es venenoso, ponte en guardia, muy pronto seguiremos el duelo.”
escuche decir a Alejandro Dolina en una oportunidad que la futilidad o vulgaridad eran parientes o muy cercanas a la maldad (quizás lo dijo con otras palabras, pero esa era la idea)....esto me impacto, entonces inmediatamente ví lo vulgar que hay en mi...pero lo que mas me alarmo, fué ver como muchos hacen alarde o se jactan de la propia vulgaridad, como si esta fuera (contradictoriamente) un "merito".
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