Qué hace ahí fuera Lucas arañando
la ventana, la última vez que
nos vimos le dije que no quería hablar más con él, que era un
abusador de confianza, un ladrón, un mal amigo … Se quedó con el
negocio en el que éramos socios y a mi espalda, con mi novia. Lo que
no supo él fue que mi orgullo era irrenunciable, por eso cuando le
disparé tenía cara más de sorpresa que de susto. Con disimulo lo
enterré en mi jardín trasero, pero como siempre lo que tiene nunca
le alcanza y pretende entrar a la sala.
La enemistad entre ellos era inmemorial, por ello un duelo era un desenlace esperado. A la hora y lugar señalados, los padrinos y los contendientes estuvieron en posición. Dos disparos, un difunto y un vencedor fue el saldo. Un padrino del caído le entregó una carta del difunto al que quedó en pie. El vencedor tomó una nota cubierta de polvo, sopló sobre ella, y cuando se disipó la nube, leyó: “Por ahora te crees ganador, pero el polvo de esta misiva es venenoso, ponte en guardia, muy pronto seguiremos el duelo.”
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