Cabe poner sobre relieve el gusto a la hora de elegir los gags y el atinado ritmo del relato. También se destaca el uso narrativo asertado de las animaciones función de la historia.
Decae un poco el film en las escenas paternalistas entre el personaje de Ben Stiller y sy hijo, cayendo en clichés nada sorpresivos y en una rebeldía adolescente poco creible para los tiempos que corren.
En resumen, es una buena película para toda la familia que rescata valores como la amistad, la tolerancia y la diversidad, con humor inteligente, poniendo el énfasis en solucionar un problema colectivo, sin atacar a personas, sino a la problemática que los acucia.
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