Mi padre, amante de la caza, se le ocurrió una presa exótica. Él bien sabía que sólo en Navidad se le presentaba la chance.
Así que esa oportunidad, se aprestó con su rifle frente a la chimenea y pasada la medianoche sentimos un estampido. Nuestra madre nos impidió ir a ver. Sólo sé que después papá vino y nos regaló un trineo enorme lleno de regalos, pero con la condición que no le contemos a nadie su hazaña de aquella Noche Buena.
Este cuento participò en el concurso de microrrelatos de Antinavidad de la Internacional Microcuentista.
bien muerto está el vil capitalista
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